LOS 7 PLANOS DEL INDIVIDUO

 


            Os voy a contar un relato que sirva de teoría o modelo para inspirar vuestro autoconocimiento. En éste, mi mapa hasta el momento, nacido de mi experiencia personal y profesional como psicoterapeuta, he integrado múltiples teorías, más clásicas y más modernas, que he testado en mi propio proceso de autoconocimiento. Con esto solo quiero animaros a poner a prueba este mapa o vuestro propio mapa para vuestro autoconocimiento haciéndoos conscientes de los múltiples ámbitos o planos que se han de tener en cuenta.

El plano por el que quiero empezar, es el plano físico pues es el plano de soporte principal de esta vida. Desarrollamos una vida gracias al plano físico; sobre él van sostenidos el resto de planos. Este plano es el vehículo principal del individuo. Sería como tener un coche y la necesidad de hacerle un mantenimiento y sacarlo del garaje con regularidad para que el día que vayamos a moverlo, encienda y funcione sin problemas. Toda nuestra acción sucede a través de nuestro cuerpo. Por lo tanto debemos llevar el manejo de este plano físico corporal y de nuestra fuerza vital atendiendo todas nuestras necesidades fisiológicas, como es una buena alimentación, adecuada respiración y aporte de agua, sueño, equilibrio entre actividad y reposo, eliminación de toxinas, ejercicio físico saludable, etc. Sobre esto va el funcionamiento de la fisiología de las emociones y todos los demás planos.

Las leyes en el plano físico son relativas al espacio-tiempo en el que se realizan las acciones a través de nuestro cuerpo. Necesitamos un tiempo para completar una acción como llegar a casa, aunque no necesitamos tiempo para tener la solución; podemos contar con que eso no es un problema ya que está resuelto si tenemos todo dispuesto para realizar la solución. Este plano del espacio y tiempo es lineal y al mismo tiempo tiene una dimensión cíclica, en el sentido de que se sucede en ciclos en que se nos presentan de nuevo retos equivalentes y repetimos patrones hasta que incorporamos el aprendizaje por la experiencia superando esos retos, de forma que a partir de ahí aparecen los retos a un nivel superior. Por esto podemos decir que la ley principal en este plano es la de causa-consecuencia; según actuamos obtenemos unos resultados y así según esto podemos tenerlo en cuenta para el siguiente actuar.

Sobre el plano físico, va el plano emocional, el que también tiene una base muy corporal a través de la fisiología y al mismo tiempo está muy influido por nuestros estados mentales. El plano de las emociones funcionaría en la metáfora del coche como la revoluciones; es la fuerza del motor, la pasión. El coche no conviene llevarlo ni demasiado revolucionado, ni demasiado flojo porque iría ahogado; en ambos casos estamos forzando la máquina. Sin embargo ha de prepararse al coche mediante un rodaje para poder llevarle en algún momento a un calentón y a una flojera. A medida que le acostumbramos progresivamente, el coche va dando más de sí.

Se trata de saber mantener un balance entre el impulso reactivo y la recarga. Clásicamente esto ha sido descrito como el ying y el yang, conectándolo también con la reproducción sexual con una parte receptiva y otra activa. Así la ley de generación establece la necesidad de balancear o alquimizar ambas fuerzas en nuestro interior para la manifestación de cualquier cosa en nuestra vida. Por ejemplo, para hacer música, no podríamos hacerla solo con sonidos, si no que necesitamos el contrapunto de sonidos y silencios.

En el plano emocional imperan las necesidades de la piel que son necesidades de contacto, de pertenencia o vinculación, y de intimidad. Para el desarrollo más temprano del sistema nervioso, necesitamos sensaciones que en muchos casos comienzan en la piel. Este aprendizaje de la piel, al comenzar en la gestación, es fundamentalmente inconsciente y deja una gran huella en la forma de reaccionar de nuestro sistema nervioso. A veces reeducar estos aprendizajes de la piel es muy costoso, pero no imposible. Ahora sí, hay que tener en cuenta para reeducarlo que su principal vehículo es éste del contacto y las sensaciones a través de la piel. El contacto con animales ayuda mucho en este sentido porque ellos manejan comprenden este plano de la piel.

A continuación vendría el plano del ego; el yo resultado del proceso de individuación que se produce en la infancia y que está muy influenciado por la programación biológica, cultural y familiar relativa a la supervivencia. Aquí es necesario conciliar las necesidades de individuación y seguridad e integridad. Nos servimos de todos los aprendizajes de la especie, aprendizajes culturales y familiares, para mantener nuestra integridad psíquica como individuos y nuestra seguridad. Es la parte de la mente en la que los pensamientos nos vienen dados en el sentido de que no es algo que hayamos discurrido por nosotras/os. Aunque esta información solo nos sirve si se puede actualizar y aplicar al momento presente, que es único e irrepetible, no es una información desdeñable si la tomamos por lo que es. Otra cosa, es que nos dejemos atrapar en ese sistema como un pensamiento único que se convierte en una cárcel que no nos deja ver más allá, por lo cual la experiencia se torna pobre y repetitiva. Esos aprendizajes sirvieron de algo en el pasado y podemos aprovecharlos en el momento presentes si sabemos actualizarlos. Un ejemplo de servirse de un aprendizaje y superarlo, es pasar de la suma a la multiplicación. Alguien dijo “quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo”, pero quien no cuestiona su pasado, también está condenado a repetirlo; el pensamiento científico avanza continuamente cuestionándose a sí mismo.

Por todo esto, la ley que impera en este plano es la del espejo o correspondencia entre lo que veo fuera y mi manera de "pensar". Pero este estado mental es un pensamiento tácito, previo; es el pensamiento antes del pensamiento consciente, los principios y conceptualizaciones que se dan por hecho. La forma en que construimos la experiencia es lo que da como resultado experiencias distintas para personas que viven lo mismo. Por eso “no veo el mundo como es, sino que veo el mundo como soy”, aunque es un “ser” (de ese yo) que en un principio viene dado hasta que no te haces consciente de tu programación y te das cuenta que tú puedes cambiar ese software que funciona en un segundo plano, de forma automática.

Cuestión de capital importancia aquí es el hecho de que nuestra percepción de seguridad se construyó en el pasado sobre la pertenencia a grupos. Además de depender en la infancia de nuestra familia, dependimos y aún dependemos, en nuestra historia cultural y como especie, de nuestra comunidad. Por eso el ego se dedica en la búsqueda de la integridad psíquica a llevar a cabo una suerte de acrobacias en esa tensión entre la separación que implica el proceso de individuación y la unidad que supone la pertenencia a un grupo; acrobacias que llamamos “ajustes grupales” o personajes para encajar en un grupo y al mismo tiempo ser alguien, un individuo.

En el nivel central, encontramos, el plano de la psique que actúa como enlace conciliador de todos los planos y se refiere al plano del alma; eso que permanece a través de los sentimientos y afectos que persisten; es eso que da sentido y coherencia en la vida, ese algo más por el que merece la pena este aprendizaje costoso.

¿Que si existe el alma? Es una teoría como otra cualquiera; ¡investigad! Lo que creo que resulta obvio es que hay cosas que nos importan sobremanera, como si nos fuera la vida en ello, por lo que decimos por ejemplo “me duele en el alma”. Conocer este nivel resulta en no quedar presa de la volubilidad de las emociones, que son puro movimiento y a eso sirven - ahora estoy arriba…, ahora estoy abajo… - sino comprender la continuidad de que en todo caso eso, o esa persona, me importa: si ahora te encanta y después la odias, significa que de alguna manera te importa, sientes algo por ella. Reconocer esto ayuda a hacernos menos daño, pues queramos o no, nos va a seguir afectando, se va a dar ese afecto.

Estos dos niveles muy distintos, el transitorio de las emociones y el relativamente permanente de los afectos, a menudo se confunden en el lenguaje (reflejando las concepciones propias de nuestra cultura); por ejemplo involucrando alegría o placer con felicidad, en el sentido de plenitud, cuando son cosas que suceden a dos niveles bastante distantes.

Reconocer lo que te importa es pues clave para tu salud y desarrollar este plano de los afectos requiere abrir el corazón para hacer sitio a todo y a todos, encajar y articular todas las partes de la experiencia humana, integrar todas las realidades que nos afectan y así poder mirar todo y alcanzar la plenitud. Esto se hace no sin dolor, aunque merece la pena pues es  la misma capacidad del corazón la que sana este dolor. Transitar el dolor nos hace un ser humano completo. Por eso es el plano principal desde el que realizar la psicoterapia, aunque no el único.

Articular todas las partes es cuestión de ritmo, como el ritmo del corazón entre la expansión y la contracción. Todo tiene su momento y su lugar. El principio a seguir en este plano, es pues, el del ritmo entre la fuerza centrífuga (hacia adentro) y la fuerza centrípeta (hacia afuera); saber turnar para ti y para mí, comprender nuestros distintos ritmos naturales como los del día y la noche, exhalar- inhalar, las estaciones, etc; así es también para la vida humana, y nos muestra a través de la transitoriedad o movimiento entre dos polos, una continuidad, una constante. Y sostener un ritmo hará que funcione o se ahogue como una tesorería que no recibe las deudas o ingresos a tiempo. Y viceversa, cuando queremos entrar antes de dejar salir; ha de haber un tiempo para vaciar antes de llenar. Igualmente hemos de turnar lo mundano, atendiendo los planos descritos anteriormente, con lo supuestamente más elevado de los planos que se describen en el próximo artículo.

 

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