EL REY MIDAS: CONVERTIR EN ORO TODO LO QUE TOCAS

 

Mirando hacia atrás podemos corroborar que llega un momento en que la práctica totalidad de lo vivido nos sirve para algo. A todo puede hallársele un sentido y de hecho lo encuentra con el tiempo y su perspectiva. “¿Cómo se verá esto al final de mis días?” A través de esta capacidad de tomar perspectiva y abarcar toda la línea de tiempo, al final todo tuvo su momento y su lugar, si queremos, no en vano.

La perspectiva de un camino de vida, nos desafía como toda historia o hilo conductor, a encontrar un tema o varios temas de vida, esto es; “¿qué tesoro quieres recoger de la vida?, ¿con qué te vas a quedar o qué piensas extraer de todo esto?”. El oro escondido en la mina de la vida tal vez sea un poco diferente al menos en apariencia para cada quien porque el sentido lo pones tú. Como decía León Felipe: “Polvo y lágrimas. Nuestro gran tesoro. (…)¿Dónde coloco yo mis sueños y mi llanto para que aparezcan con sentido, sean los signos de un lenguaje y formen un poema inteligible y armonioso?”

Si tu búsqueda ha sido, mirando desde el final de tus días, o en el nudo de tu historia, por ejemplo la paz, es obvio que para profundizar en ello ha sido necesario partir de la guerra o el conflicto, de la misma manera que, si tu historia va sobre valentía y seguridad, es lógico que esta surgiera partiendo del miedo, y si va sobre el amor, habría de partir del desencuentro o desamor.

Por eso sólo del pecado o el tropiezo nace la sólida virtud, experimentada entonces a prueba de fallos. Si no queremos convertirnos en unos “elitistas emocionales” o “nacis emocionales” (como dirían Sergi Torres y David del Rosario), vivamos todos los matices emocionales de la vida como una experiencia digna de ser vivida, incluso las que están tildadas como emociones negativas o como defectos. En lugar de resistirte contra esa emoción (convertida entonces en sentimiento por el enganche de la mente a ella al resistirse, de la misma manera que un pensamiento se fortalece cuando luchas contra él), puedes conocer tu rencor, miedo, rabia,... y conocerte, diciéndote: “si no conociera el miedo, no conocería la valentía”; “si no conociera esta rabia o este enfado, no conocería el estar en paz verdaderamente”; “si no conociera el rechazo, no conocería la profunda aceptación”; “si no conociera el abandono, no conocería la implicación real”; … La sed pide el agua como el hambre pide el alimento y nos lleva al camino hacia tomar el oro. Piensa a lo grande para contrastar el enganche de tu mente a ese sentimiento o emoción: “Bienaventuradas las personas en guerra porque ellas comprenderán en toda su dimensión la verdadera calma y la paz.” “Alabadas las personas rencorosas porque ellas conocerán el auténtico perdón.” Etc.

Todo duerme hasta que tú le des vida, dejándole entrar en la tuya, dándole un sitio, un sentido en tu vida. Todo duerme hasta que tú le des llama de tu llama, espíritu de tu espíritu. Toda experiencia cae al alma y el alma la acoge como un regalo; es como el rey Midas que convierte así todo en oro. La vida está esperando como el instrumento “en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada”, y en ella duerme encerrada la música, la armonía, el sentido que sólo tú has de tocar.

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