LA VERGÜENZA Y EL CUENTO DE LA ESENCIA


 


    La vergüenza viene definida en el diccionario como sentimiento de pérdida de dignidad por una falta, o sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo.

    Como vemos, el miedo está en la base de esta emoción. Un miedo fundado sobre percepciones no reales. Nos vemos incorrectos o insuficientes. Consiste en un autorechazo como interiorización o anticipación del rechazo social producto de juicios y evaluaciones basadas en la comparación, cuando las personas somos incomparables. Juzgarnos realmente no nos hace justicia, pues cuando se examina algo en busca de un error, se ven las cosas como a través de una lupa y el error efectivamente de alguna forma acaba encontrándose y se ve enorme. Además provoca que las personas nos escondamos y que no nos mostremos como somos, con lo cual la propia visión que tenemos de nosotras mismas tiende a distorsionarse más.

    Espero que el siguiente cuento nos ayude a ver que la vergüenza es realmente un miedo infundado, sólo es un fantasma, no real, pues a continuación se muestra claramente que si hay algo ridículo es compararse y no apreciarse.

 

EL CUENTO DE LA ESENCIA

Cuenta la leyenda que antes del principio de los tiempos, sólo existía la esencia de todo y la esencia quiso conocerse. Para tener experiencia de sí misma tuvo que difractarse en sus múltiples aspectos como se difracta la luz blanca en los colores al pasar por una gota de agua. Así nacieron todas las cosas, entre ellas los colores.

Lo primero que hicieron todas las cosas fue mirar hacia fuera y compararse. Y así el amarillo se veía muy diferente y separado de los otros colores y se preguntaba por qué no era como los demás y cómo sería ser como ellos. “Ay –se lamentaba -, el azul se ve con un tono tan nostálgico y romántico, tan inspirador…; tiene todo lo que yo no tengo… ¿Cómo sería ser azul?”

¿Y qué creéis que se decía el azul?

“Ay, el amarillo se ve con un tono tan luminoso, tan vital y lleno de energía…; tiene todo lo que yo no tengo… ¿Cómo sería ser como los demás?…”

Y así transcurría la experiencia también para el resto de colores; el rojo pensando cómo sería ser verde, el verde pensando cómo sería ser rojo… Y todos estaban pensando en lo que no eran, en la experiencia que no se daba, sin darse cuenta de que en realidad todos eran aspectos de la esencia, y que trascendiendo la forma, eran lo mismo. Y de hecho así estaban experimentando en el fondo lo mismo, tratando de trasladarse a otra experiencia, de vivir lo que no son y lo que no es, lejos del objetivo primigenio de la esencia de conocerse, sin comprender que todos contribuían al balance y perfección progresiva de la esencia.

Y en éstas estaban cuando la esencia decidió reintegrarse sobre sí misma, y como acabado el recreo, todo retornó a su origen. ¿Crees que aprovecharon bien su experiencia? ¿Te suena de algo?

¿Y si todas las experiencias fuera divinas y maravillosas tal y como son? Aún así la percepción humana buscaría el contraste y en la comparación hallaría experiencias más buenas que otras, las cuáles establecería como malas… Quizás nuestra engañosa percepción de separación y de dualidad, es en realidad lo que nos iguala a todos como seres humanos.

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