LA CUESTIÓN DEL TIEMPO: ¿ANTICIPACIÓN SANA O ANTICIPACIÓN INSANA?

                    La persistencia de la memoria, Salvador Dalí    

Krishnamurti reflexionaba que ”el tiempo es mero recuerdo, es ayer en conjunción con el presente, lo cual moldea el mañana. Es decir, el recuerdo de la vivencia de ayer respondiendo al presente, crearía el futuro; y ello sigue siendo el proceso del pensamiento, un sendero de la mente.” Pero este sendero o  posibilidad del pensamiento implica que “condicionar el pensamiento dentro del marco del tiempo lo cual es memoria- no revela aquello que es atemporal.” La cuestión es si es ésta la única posibilidad o de alguna manera podemos liberarnos del condicionamiento del pasado que ocurre a través de nuestra noción del tiempo. ”¿El tiempo psicológico es real; tan real como el tiempo cronológico? ¿Y podemos emplear ese tiempo que es de la mente como medio de comprender lo eterno, lo atemporal? Porque la felicidad no es de ayer, la felicidad no es producto del tiempo, la felicidad es siempre en el presente, un estado atemporal. No sé si habéis notado que cuando hay en vosotros éxtasis, un júbilo creador, (…) en ese momento el tiempo no existe: sólo existe el inmediato presente.”

Concluía Krishnamurti, que el tiempo a nivel psicológico no existe o no es necesario, puede ser igual a cero, ya que, aunque en el plano físico de aquí a tu casa necesitas un tiempo para llegar, no necesariamente tendría que mediar ningún tiempo entre un problema psicológico y su solución, sino que ese tiempo que interponemos es algo con lo que nos distanciamos de la solución o la demoramos y permanecemos en el conflicto.

Actualmente la física cuántica parece que viene a darle la razón pues el tiempo lineal asemeja disolverse en el espacio cuántico. El tiempo cuántico está en una superposición de estados en la que pasado, presente y futuro se funden, y en la que los procesos de causa y efecto se invierten. Si el tiempo se puede ampliar en las dos direcciones, sirve para conectar en ambas direcciones. 

Sin embargo, para desplegar acciones que requieren un movimiento en el plano físico, necesitamos tiempo como uno de los recursos a disponer. El tiempo sería sólo un recurso más en el plano material y la única cuestión pertinente en torno al tiempo, es cómo voy a disponer los recursos, cómo voy a aprovechar a prepararme o a preparar todo aquello de lo que dispongo ahora como siempre, porque si está a nuestra disposición en algún momento del tiempo cronológico, está a nuestra disposición ahora y siempre en el tiempo psicológico. El tiempo sólo tiene una función, y es ser un recurso más con el que disponer el resto para que el río de nuestra vida se abra paso hacia algo más grande, hacia el mar. Y a nivel psicológico podemos contemplar todo el río conectado con el mar, como un todo en cada una de sus partes.

Me gusta distinguir entre dos tipos de anticipación: la anticipación sana y la insana. La anticipación sana es todo aquello para lo que hemos de prepararnos y disponer los recursos que necesitamos, incluido el tiempo, hacia aquello que nos lleva un lapso en el plano físico. Sin embargo, la anticipación insana es anticipar lo que no deseamos y tratar de evitar en vez de enfocar nuestra vida hacia lo que realmente queremos.

¿Qué aprovechamiento o disfrute alcanzaremos de todo lo que tenemos a nuestra disposición a través del instante eterno, si conectamos con un futuro que no deseamos? ¿De verdad se puede sostener que hay alguna ventaja en proyectarse a un futuro que queremos evitar? Como decía en otra entrada de este blog, la vida no tiene el mismo significado disponiendo su sentido hacia lo que queremos, que dirigiéndola en evitación de lo que no queremos. El río de la vida remite a un mar hacia donde avanzar.

Proyectarse en el futuro, a no ser lo mínimo imprescindible para conectarlo con el presente y con lo que me toca ahora desplegar en el plano material hacia eso que ya está potencialmente presente, es perder el regalo que constituye el presente. Porque “presente” significa regalo, cuando no está esclavizado por el pasado o el futuro. El regalo del presente es abrirse a lo que es, al instante que siempre está siendo, ese instante eterno que se despliega en todas direcciones hasta el infinito como la luz y nos contiene a todos y a todo. Porque desde el presente se muestra con nueva luz “el pasado” y cobra renovado sentido. “A través de la eternidad la Belleza descubre Su forma exquisita.” (Rumi) Es un momento de reconciliación con el mundo redimido del pasado, limpiándolo de las pequeñeces, impresiones, miedos y heridas del pasado que mis ojos tienden a ver. Este instante del presente eterno es lo único que existe realmente, desechando así imágenes fijas a través de las que tiendo a ver pasado y reproducir recuerdos y creencias limitantes.  

Piensa siempre a lo grande; ve el cuadro completo del río de tu vida conectado con el gran mar. Así no sólo habrás sorteado los baches sino que llegarás al mar común con consciencia de ir hacia él.

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