LA LIBERTAD DEL AMOR

 


El libre albedrío sólo puede darse cuando somos conscientes de por qué hacemos las cosas y de todas las influencias o conflictos inconscientes que nos hacen simplemente reaccionar a su merced.

No es posible conectar con el amor, y con su naturaleza intrínseca de libertad, desde la sensación falaz de carencia. En determinados momentos de tu vida habrás podido sentir que eres uno con lo que haces, que estás en completa integración con todo, y entonces puedes percibir que no hay sensación de carencia en absoluto, si no de plenitud. ¿Es pues real una sensación que viene y se va sin más?

La fantasía de carencia está construida sobre la fantasía de escisión y de falta de completamiento, y sobre ella se construye a su vez la fantasía de que nos dañan. El daño en las relaciones viene de antes, quizás viene de antiguo. Cuando no nos amamos completamente, cuando no nos apreciamos como lo que somos: seres plenos, cuando preferimos la fantasía de carencia, de ser completados por otra persona, la fantasía de que te rescaten, que te salven o que te “ayuden”; ahí se da ya el daño.  ¿Dónde pones el foco?, pues el foco lo cambia todo al ser luz: Cuando buscamos que no nos abandonen (o que no nos falten o fallen), percibimos la experiencia de abandono a cada paso, y la vivimos y la revivimos, y vamos construyendo el drama. El daño nos lo hacemos nosotros/as mismos/as cuando identificamos el amor con necesidad o dependencia. Cuando el amor es necesidad y dependencia, utilizas a la otra persona para que te ame, para recibir el amor que no te das. Y al no amarnos, además de ese daño recurrente que arrastramos, no vamos a por lo que queremos, y no se da ese ponerte a gusto contigo, y seguimos reforzando el daño, el drama, que es lo que compartimos, esparciendo el daño del drama a los demás, si se dejan. Y terminamos confundiendo el amor con la unión por el sacrificio y la culpa, que es más un encadenamiento que la comunión y dicha propias del amor.

En la medida que una persona aprende a amarse por sí misma, su amor empieza a ser realmente amor, amor verdadero, libre de necesidad o dependencia. Y no tienes que hacer nada para que te amen porque ya te das amor. Comprendes entonces que nadie te abandonó ni te abandona porque somos personas completas y plenas, la única carencia es la que nos causamos nosotras/os mismas/os no amándonos. Por lo cual esta pretendida carencia nunca puede ser llenada o alcanzada tratando de cubrirla con el amor de otra persona. Nunca será suficiente y siempre seguiremos sintiendo la misma carencia primigenia: la de haber creído que no nos amaron y que no éramos personas merecedoras de amor. La experiencia de abandono la construimos sobre la mentira que nos han legado de separación y de falta de plenitud. Con el amor y todo el soporte ya llegamos a este mundo formando parte de él, libres como nacimos. Piénsalo por un momento; ¿y si en realidad no necesitamos sentirnos amados por otra persona sino por una misma?, ¿y si ya llegas a este mundo entonces con todo el amor que necesitas y está a tu disposición todo el amor? No dependemos de nada ni de nadie, ¿y cómo podría ser la libertad si no? Pero a la mente y a la programación para la supervivencia, les da miedo la libertad de expresar el amor que somos.

De la misma manera que el amor no es necesidad o dependencia, tampoco es hacerse cargo de la otra persona (aunque toda la vida han pretendido que nos manifestaban amor al hacerse cargo nuestro) porque le estás vendiendo a la otra persona la misma falsa idea de que te necesita o depende de ti; flaco favor... Cuando amas con amor libre y verdadero, crees en la otra persona y la animas y apoyas a seguir su propio camino, te guste o no; que no viene al caso si te gusta o no. Lo que le deseas es que sea ella misma porque no hay ninguna otra manera de verla bien y feliz, de verla plena: lo que es.

Abramos el corazón pleno y empoderado a nuestro ritmo, y compongamos una historia de amor real y abundante más bonita que la que nos han contado y nos hemos contado hasta ahora.

 

Por ejemplo…

 

LA MÁS BELLA HISTORIA DE AMOR JAMÁS CONTADA

 

La más bella historia de amor jamás contada

quizás sea que venimos a nacer

ya con el secreto amor de nuestra vida.

¿Y si me hubiera amado tanto en el infinito hacia atrás

que la mejor manera de estar toda la vida conmigo

era nacer en mí...?

Lo que sea que está dentro de mí quiso serme con lo bueno y con lo malo,

y volvería a elegirme, nacerme a cada rato.

 

Pasar así la vida conmigo tiene que ser por fuerza

el más puro acto de devoción nunca visto.

 

¿Y si todo fuera ya maravilloso como es?

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