POR QUÉ Y CÓMO MEDITAR O PRACTICAR LO QUE LLAMAMOS AHORA “MINDFULNESS” O ATENCION PLENA
Meditar es entrar en contacto con la realidad completa y abrirte a todo como es. Esa es la paz, y quien está en esta paz interior puede tener asegurada la paz que nunca encontrará fuera si no la lleva consigo. Así se pone de relieve el aspecto clave de la atención, que se puede cerrar o abrir, y puede filtrar la realidad de manera muy parcial y manipulada. Y de la mano de la atención va el proceso de confianza. El miedo provoca que la atención se cierre sobre un foco. Entonces yo nos veo “como un toro”, que sólo vemos el trapito rojo y no vemos más allá. Sólo abriéndonos podemos desarrollar la confianza y disfrutar de la vida. Ampliar el foco de la atención produce confianza porque es abriendo los ojos y arrojando luz como podemos comprobar que no hay nada que temer, que podemos hacernos con ello.
Aquí también podemos utilizar la famosa máxima de San Agustín, “Conócete acéptate, supérate”. Y, entendiendo que "como es adentro es afuera", significa ámate (que incluye conocerte y aceptarte) para luego superarte, y ama, o conoce y acepta, las cosas por lo que son, antes de intentar cambiarlas, porque una vez que las conoces y las aceptas, siguen su evolución natural de mejora o desarrollo de la mano de tu disfrute y aprovechamiento.
Meditar es contemplar el cuadro global y permanente en el que todo encaja y tiene su lugar, y todo se nivela mostrando un equilibrio total. Meditar es trascender nuestras percepciones particulares parciales en las que no vemos el mundo como es, sino como somos, según nuestra parte infantil o nuestra parte herida, o nuestra parte superviviente y controladora, etc. El resultado es que cada quien ve un mundo diferente y a menudo inconexo, fragmentado y amenazante. Meditar es alcanzar la unión, el completamiento y plenitud de todas estas percepciones parciales, siendo el todo más que la suma de las partes. Es superar el pensamiento conceptual analítico que disecciona la vida matándola o dejándola sin sentido, porque hace falta unir y completar el cuadro hacia una visión integrada sorteando las trampas de nuestro filtrado de la realidad, y el filtro lógico desvirtúa la vida, que en realidad no tiene por qué seguir nuestra lógica.
Donde nuestra mente racional nos dice que es mejor no prestar demasiada atención a las emociones porque si las miramos se intensificarán, la práctica nos dice que sólo atendiendo una emoción se moverá a otra o se irá desvaneciendo, mientras que no prestarle atención implicará que se vaya engatillando, embalsando y complicándose.
Como ejercicio podemos practicar el hacer un espacio en nuestro interior para permitir que emerja una emoción. Puedo observar la aparición de alguna emoción, la observo sin identificarme con ella, y, ya me parezca agradable o desagradable, en vez de evitarla me centro por unos momentos en ella, procurando estudiarla con imparcialidad. Pongo la mano dónde más la siento y me acomodo a esta emoción, la dejo estar, observándola pacíficamente, conviviendo con ella, le doy espacio y para profundizar en ella me fijo en cómo es, cómo se siente, buscando un símil o símbolo que le encaje y así puedo captarla y comprenderla. Le doy permiso, tengo derecho a sentirla, la reconozco por lo que es, la acepto y la abrazo para entender e integrar su mensaje, y en ella comprendo y abrazo también a una parte de mí que poco a poco se calma. La emoción me puede ayudar a comprenderme y a comprender la situación y la experiencia que vivo. Como resultado la emoción puede cambiar y puedo seguir su energía, cómo se mueve y cambia. Entonces puedo tomarme un tiempo en investigar si esa emoción tiene que ver conmigo o con otra persona, con una idea de mí o con un pensamiento limitante, e investigar cómo aprovechar esa energía que me moviliza para sentir motivación hacia algo. En vez de emplear esa energía en la primera reacción de descarga que nos pida el cuerpo, utilizarla en entrar en conexión conmigo y aprender de mí, y llegar a motivos y valores más hondos, llegar a conectar con niveles más profundos de libertad y de ser propiamente dicho a través de la auto-indagación.
Es por los intrincados pasadizos por los que la emoción te lleva, que el cuerpo libera sus angustias y madura la carne. Es el vivir las emociones, cabalgarlas y seguirlas, lo que nos moviliza y hace que se transformen, transformándonos. Es al profundizar las emociones que se desvanecen o transmutan como una suerte de alquimia.
<< El segundo hombre fue de masa cruda como
el primero fue de barro.
Luego entraré en el horno... en el infierno.
Del fuego saldré hecho ya pan blanco y habrá pan
para todos.
(…) Y otro día dirán en los libros sagrados:
El primer hombre fue de barro, el segundo de masa
cruda
y el tercero de Pan y Luz.>>
(León Felipe,
De Segador esforzado)
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