EL INSTANTE ETERNO DEL PRESENTE



El presente es un puzzle de infinitas piezas y el regalo que significa “presente” está en valorar cómo encaja cada una y disfrutar el juego, el juego que hacen las piezas entre ellas. En realidad el presente puede considerarse que incluye toda la línea temporal, puesto que hay cosas que para la conciencia no han dejado de pasar y hay otras futuras cosas en las que ya está proyectada la conciencia. El regalo está en ir vislumbrando toda la imagen global y tenerla “presente”. Un presente es para apreciarlo. El regalo lo pierdes mientras no sabes ver que es un regalo. Vale lo que cuesta y merece hacer aprecio.

Cualquier objeto tiene todos los significados que le demos y ninguno por sí solo, sino según el sentido que le dé la conciencia y a la conciencia responde. El cuerpo y todas las partes se avienen cuando hace acto de “presencia” la conciencia (pues somos algo más que cuerpo, emociones y mente). Reconocen a su dueña y a veces están llamando la atención para que se les atienda y haga acto de presencia esta dueña: La conciencia es la que obra los milagros de crear porque en cuanto dice “yo soy, yo puedo”, a su paso se abren los caminos para llevarlo a efecto. La conciencia creadora siempre ha estado ahí, porque aunque tú no te hayas dado cuenta, el mundo que ves lo has creado tú, y así se han abierto los caminos que sin querer has enfocado.

La presencia es cosa del presente: lo que es dado, lo que está, lo único que es real. Lo que de hecho es, nos abramos a conocerlo por lo que es o no. Desde luego los significados atribuidos no son lo que es.

Ningún objeto, pues, tiene significado en sí y puede ser útil a la conciencia, pero su utilidad se pierde por la “idolatría”, cuando nos enfocamos demasiado en una parte del puzzle global, parcializando. Entonces pensamos que dependemos de algo o de alguien, viendo objetos separados, pero la esencia de una conciencia creadora es ir más allá, no depender de nada ni de nadie. Para la conciencia creadora entonces, no hay queja, ni siquiera carencia, porque si faltara algo lo crearía. Cuando en el presente, hace presencia la conciencia creadora, no hay queja porque no hay carencia y donde había duda hay certeza, por tanto ya no necesitamos ni el juicio, ni la culpa. En su lugar aparece la verdadera responsabilidad y el verdadero yo, que no es el “yo necesito”, sino el “yo soy, yo puedo”. Cuando en el presente, hace presencia la conciencia creadora, no hay queja ni carencia, ni duda, ni juicio, ni culpa. Estás tú en plenitud, inocencia, intacto/a.

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