EL CUENTO DEL LOBO NO FEROZ

 Imagen de Ángel Pujol.


        Había una vez un lobo no feroz. Sí, ya sé que en todos los cuentos el lobo es feroz, y éste era el problema, que todos dan por hecho que este lobo tenía que ser feroz porque así eran todos los cuentos, sin percatarse de que algún día tenía que llegar el primer cuento de un lobo no feroz.

        Nuestro protagonista, el lobo no feroz, sufría mucho porque todos le temían y huían de él. Sin embargo, en realidad, él era un lobo muy tierno, muy cariñoso y quería mucho contacto. Pero cuanto más se acercaba a la gente, más le huían. Incluso había llegado a identificarse con lo que esperaban de él, y se creía feroz y malo por la reacción que veía en los demás; si todos corrían despavoridos ante él, tenía que ser por fuerza porque él era malo. Los únicos que se acercaban a él eran quienes querían pelea, y esta era la forma que él tenía de obtener algo de contacto.

    Pero un día que, por toda manera de desahogo y consuelo, estaba contando sus penas al riachuelo que pasa para todos sin huir, entre los requiebros sonoros del agua pareció hallar la respuesta. Entonces fue hacia el primer cerdito que encontró y le dijo inspirado:

“Amaré, amaré, amaré,

y las barreras del miedo derrumbaré.”

    El primer cerdito desconfió por todo lo que había oído contar de los lobos y corrió a casa de su hermano cerdito.

    Entonces probó con este segundo cerdito:

“Amaré, amaré, amaré,

y las barreras del miedo derrumbaré.”

    El segundo cerdito sintió la calidez de estas palabras, pero su hermano le insistía que no abriera la puerta.

    Así pues, aún lo intentó con el tercer cerdito, que llegaba a la casa de sus  otros dos hermanitos:

“Amaré, amaré, amaré,

y las barreras del miedo derrumbaré.”

    El tercer cerdito, y el más pequeñito, se vio realmente conmovido por estas palabras, y no sólo no huyó, sino que le dio un gran abrazo.

    Desde entonces, hay un lobo que todos reconocen como no feroz, y unos cuantos cerditos que ya no tienen miedo de ese lobo de gran corazón. Y, desde  entonces, la gente está más dispuesta a superar sus prejuicios y a pensar que siempre hay una primera vez para todo. Y también está más dispuesta a reconocer su propio lobo como no feroz, sino necesitado de afecto, y a reconocer al cerdito miedoso que llevan dentro, como capaz de crecerse sobre sus miedos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LOS 7 PLANOS DEL INDIVIDUO

LOS SIETE PLANOS (2ª parte)